miércoles, noviembre 26, 2008

Errado emporalmente


Últimamente me viene costando ponerme con el blog y, la verdad, visto el poco tiempo que me queda para otras cosas (siendo pasar el aspirador indispensable, entre otras tareas) un servidor, a tenor de que estas cosas se hacen para pasar el rato en no cobrando un mierdo por ello (por supuesto), he decidido, como decía, tomarme unas "brevas vacacionas" para ir adelantando algunas cosas e intentar retomar otras un tanto dejadillas. Mi desaparición no implica que no vaya a seguir leyendo y pasándome por los blogs de la gente interesante que he ido descubriendo, cómo no. Esto, por supuesto, es una amenaza. No podía ser de otra manera.

P.D.: Eso sí, si veo a Rizo por la calle, no dudaré en pegarle un tiro en el entrecejo. Dicho queda.

viernes, noviembre 21, 2008

Rizo, ese gran muñeco


En su día ya opiné sobre el erizo Rizo de seguros Génesis. Hace pocos días vi la nueva campañana publicitaria, rollo "nos metemos en la casa de una persona cualquiera y ésta nos cuenta qué tal le va en su vida y cómo Seguros Génesis poco más que les ha sacado del camino de la droga".

Observamos una enorme casa de esas de acojone, la cocina lo que más, y una mujer comentando que en tiempos de crisis hay que mirar más por el dinero. Su marido, mientras tanto, grita aquello de "Asumbaweee!" desde el jardín.


No entiendo que una pareja, que parece no tienen hijos (aunque esto no es relevante), tengan una casa alucinante y nos hablen de la crisis. Si el vídeo lo hubieran rodado en un micropiso, apareciera una mujer en bata haciendo la comida mientras un grupo de niños la vuelven loca correteando a su alrededor pidiendo un trozo de pan y en ese momento llegara el marido diciendo:

"¡Me han echado del trabajo!". Ella: "¡¿Otra vez?! ¡Calla, niño!". Él: "¡Lo siento, joder!". Ella: "¿Has estado en el bar? ¡Hueles a vino!". Él: "¡Es que estaba triste!". Ella: "¿Triste? Tú lo que eres es un serdo". Niño: "Mama, ¿qué es un serdo?". Ella: "Tu padre, hijo". Niña: "¿Por qué lloras, mamá?". Ella: "Tenemos tanta mala suerte..." Él (dejando su maletín sobre la mesa): "Estaba pensando..." Niño: "No llores, papá". Ella: "¿Qué vas a decir ahora? Estamos con el agua hasta el cuello". Él (con la cara iluminada): "¿Y si llamáramos a Seguros Génesis?". Ella (levantándose): "¡Tú lo que eres es gilipollas!".

Entonces, en una circunstancia así, a lo mejor lo entendería. Realmente, viendo el anuncio, solamente espero que la mujer propietaria de esa pedazo de mansión se asome lentamente a la ventana de su cocina gigante y le grite a su marido:

"¡Te quieres callar de una puta vez! ¿Quieres de dejar de decir "Asumbawe", me cago en tó? ¡¡¿No ves que estoy hablando con unas personas, que pareces monguer?!!"

Los de Génesis están que lo petan, la verdad. Ese gritito, personalmente, me saca de quicio. Sé que es "la llamada del ahorro", que el levantarlo es un rollo "El rey león" de la Disney en el precipicio ése cuando el mono y tal, que (os digo, niños) ese mono estaba loco porque en circunstancias normales un cazador millonario, de esos que se van de safari, hubiera tenido un blanco perfecto en Simba desde cualquier punto de la sabana. Como decía, está todo muy bien, pero para mí es completamente incomprensible. Además, el muñeco, alzado de esa manera y con ese nuevo look, parece una momia. Un trabajo francamente malo de un taxidermista borracho que fue el único que decidió, con manos temblorosas, hacerse cargo del cuerpo del erizo Rizo, muerto recientemente de una sobredosis en un motel de mala muerte.

Navegando, navegando, encontré un video que Buenafuente le dedicó hace bastante tiempo, ante la noticia de que un hombre había recibido heridas en su... Bueno, lo mejor es verlo, si no lo habían hecho hasta ahora. Tiene su gracia, no como las cosas que yo digo, tonterías toas.

miércoles, noviembre 19, 2008

Para mañana, 20 de noviembre, y siempre

Muchos blogs se han sumado (o se sumarán) a la iniciativa de escribir un "artículo" cagándose en los pederastras y escupiéndoles en la cara. En el blog de los amigos de Caduca Hoy me he enterado (porque soy un poco lento para estas cosas) que hay que poner palabras como:

“angels”, “lolitas”, “preteens” , “boylover”, “girllover”, “childlover”, “pedoboy”, “boyboy”, “fetishboy” o “feet boy”

Para que estos cabrones pertubados se topen con estos comentarios y su micropene se les meta para adentro, lo cual debería hacerlo a tal velocidad que ojalá atravesara sus entrañas y les saliera por el casco craneal. Dudo que esto ocurra, pero aquí mi granito de arena a esta iniciativa desde este mundo virtual, tan positivo para unas cosas y tan pedazo de mierdaca para otras.

Hay muchas cosas por hacer, desde luego.

domingo, noviembre 16, 2008

Virtualidad real

Pollard y Taylor, son dos seres humanos británicos de mucha carne (con perdón) y hueso que se conocieron en 2003 a través de Internet.


En la fotografía observamos a la pareja. Mrs. Taylor parece estar sujetando el pene de quien sería su futuro esposo Pollard, pero no es el caso. Él lleva una pajarita roja y un clavel en la solapa; ella cierra los ojos porque el sol le da de frente.

En 2005 decidieron casarse. Lo hicieron en la vida real y, dado que tenían unos avatares de cojones en Second Life y su amor era tan fuerte y supermajo, decidieron que el reino de lo intangible, de los unos y los ceros, debía ser partícipe de un nuevo enlace más chachi, si cabe, que el real.


En la imagen, la boda en Second Life de Pollard y Taylor, quienes en este mundo virtual practican una vida sana baja en calorías.

ElMundo.es se hace eco de esta noticia en España, al igual que otros periódicos digitales. ElMundo la sitúa, curiosamente, en el apartado de tecnología… Bueeeeeeno, venga, lo metemos aquí porque se conocieron y tal en interné y eso. Vale. Guay.
“La esposa comenzó a sospechar que su marido le era infiel en 2007 y contrató incluso a un investigador virtual.”

El tema ya se pone peliagudo. Es decir, Taylor cree que su marido se la está dando con queso y en lugar de darse de baja de internet (lo que practicamente pondría sus mundos en colapso) o preguntarle durante el desayuno qué pasa con eso de conectarse hasta altas horas de la noche, decide contratar, es decir, contratar (pagando con dinero virtual, espero) a un detective para que siga virtualmente a su marido en sus salidas, pero no de casa, sino estando sentado en el sofá de escay (imitación de cuero) con ruedas, respaldo giratorio, un poco ladeado hacia la izquierda a causa del peso, delante del monitor del ordenador, justo a escasos metros de donde ella suele sentarse a chatear con sus amigos y a pasearse por Second Life, también…

Me imagino que cuando ambos están conectados, se dan paseos juntos, visitan museos, se broncean sus esculturales cuerpos desnudos en playas exóticas de arena blanca, vuelan por encima del Everest e incluso fuera de la atmósfera o lanzan rayos por los ojos. Incluso levantan edificios. Todo juntos. Siempre. O casi siempre.

El problema, precisamente, comienza cuando Pollard le dice a su mujer que va a darse un paseo con su avatar a visitar a unos “amigos” y ella está viendo la tele en el saloncito de abajo porque también es cansado estar todo el día navegando y esas cosas.
“I just couldn't believe what he'd done,' said Ms Taylor, 28. 'I looked at the screen and saw his character having sex. It's cheating, as far as I'm concerned.'”
(Traducción) ‘No podía creer lo que estaba haciendo’, dijo Mrs. Taylor, de 28 años. ‘Miré la pantalla y vi su avatar haciendo el amor. (Inentendible) tan pronto como (inentendible)’.

La vida ha de cambiar en este punto para Taylor. Tras dos años de amor real, la vida virtual le da por el anus y le demuestra que, si bien el mundo real parecía una cagada de palomo sobre una caca de perro aplastada, el mundo virtual, el reino de sus anhelos y sueños, de sus fantasías, de la añoranza de una vida perfecta realizada, de sus vuelos por el espacio, de torsos perfectos y caderas de avispa, es un truñaco todavía mayor.
"Estoy intentando rehacer mi vida. Nuestro matrimonio era muy serio. Es cierto que nos conocimos a través de Internet, pero la relación existió en el mundo real, y su traición me dolió profundamente", dijo la mujer engañada.

Mrs. Taylor ha de recalcar que ese matrimonio existió de verdad. Y que era muy serio. A pesar de pasarse el noventa por ciento de su tiempo conectados, paseando juntos en su mundo fantástico chupi-guay, de tener unos avatares tan diferentes a ellos como un pie a un trozo de cable, tenían una vida real que, curiosamente, ha sido salpicada de mierda virtual, que huele y duele, como la triste realidad.

Ahora Mrs. Taylor tiene toda una vida por delante... A ver cómo la utiliza esta vez. Suerte. Mucha suerte, Mrs. Taylor.

viernes, noviembre 14, 2008

Blain Training

Aquí pueden leer una entrevista que ha realizado LaVanguardia.es a Agustín Fonseca, un ser humano que publicó uno de los primeros libros de Sudokus en España y que ahora, junto a su compañero Sergio F. Aldrey, va a sacar a la venta una serie de libros (tres) de entrenamiento mental. Vamos, algo novedoso del cagarse, con perdón.


No tengo nada en contra de este señor, pero ya nada más comenzar la entrevista percibimos cierta tensión con el entrevistador. El hombre, paciente, opina que solamente con veinte minutos diarios el cerebro nuestro coge tono y ese declive que parece comienza a los, exactamente, 26 o 27 años puede frenarse. En este momento, creo que el entrevistador tiene precisamente esa edad y se ha sentido atacado.

(Pregunta) -Proponen también ejercicios que se pueden hacer sin la necesidad de los libros…
(Respuestica) -Sí, son ejercicios que se pueden hacer en la vida diaria. Por ejemplo, si estás en un autobús puedes ir contando las personas que suben y las que bajan para saber, en ese tiempo, cuánto dinero ha ganado el ayuntamiento. Con este ejercicio tan simple desarrollas capacidades de cálculo y de orientación espacial. El único objetivo, y el más beneficioso, es que el celebro esté trabajando.

En la pregunta anterior ya advertimos que el entrevistador plantea que los libros no sirven para limpiarse nada más que el culo. Está claro que, si podemos hacerlo sin los libros, ¿qué me está vendiendo este tipo? Lo mejor se encuentra en la forma en que ha transcrito el redactor la respuesta de Agustín. ¿Se le ha escapado ese celebro a propósito? La erre y la ele no están tan cerca (ni por asomo) en un teclado como para pensar que ha sido un despistillo. ¿Quería dejar por entontolao a Agustín el entrevistador?

(Pregunta)-¿Cuándo empezó usted a sentirse atraído por el mundo de los pasatiempos?
(Enderrespuesta)-Con diez o doce años tenía una afición que consistía en cambiar las reglas de los juegos. Por ejemplo, cogía el parchís y le cambiaba las instrucciones inventando la ficha de la voluntad o fichas diabólicas para recorrer el panel en sentido contrario. Eso hacía que la situación se mantuviera diabólica hasta al final, para mí era una delicia, para los demás una desgracia (Sonríe).

Bueno, aquí imagino un momento de pausa tensa, una mirada de éstas un tanto gélidas de soslayo por parte del entrevistador, que se relame un labio y se muerde la lengua, mientras Agustín comienza con una risa sonora para terminar en una risilla incómoda y un carraspeo. Lo siguiente confirma esta impresión.

(Entrevistador)-Puedo imaginar sus caras...

Esto puede interpretarse como: “Joer, menudo muermazo de tío es usted. Ya me veo en su casa a su 'amigo invisible' y familiares rodeándole para pegarle una paliza, y a sus padres pensando, 'A ver si con alguno de esos golpes en la cabeza se vuelve normal y deja de hacer gilipolleces”.

El entrevistador añade: “Ésos fueron sus orígenes…”, y deja la frase en el aire. Es decir, su pensamiento fue, más o menos: “Joder, yo también jugaba como me daba la gana a la mierda del parchís. Y en la oca, ni te digo. ¿Eso es un origen? ¡Eso es una mierdaza, hombre!” Además, las llama fichas diabólicas…. ¡Uy, uy! ¡Qué miedo! Si acaba de inventar el juego de Satán…

Agustín, que nota que el entrevistador se está quedando con él, tiene una respuesta de nivel, guardada en la manga:

-Sí, luego ya vino el primer juego que hice que fue un simulador de incendios forestales. Plantea sobre un tablero con fichas un sistema de movimiento de decrecimiento del incendio en función del aire y del terreno, y de las actuaciones con medios.

Agustín no puede conciliar demasiado bien el sueño por las noches. Rondan por su cabeza inquieta muchas ideas que no puede controlar. No se siente tranquilo sin tener una libreta a mano, junto a la mesilla, donde anota todas esas ocurrencias, aunque sea a altas horas de la madrugada. Su entrevistador sí lo hizo. Muy bien. Con una media sonrisilla burlona en su rostro. Ese “celebro” para los anales. No compra su libro ni el más tonto de la clase.

A Agustín no le preocupa tanto como parece. Se le acaba de ocurrir meter un nuevo color en el tablero del parchís, un nuevo jugador, con lo que serían ¡cinco! A la mañana siguiente, cuando lo comenta con su mujer, ella le dice que eso está inventado ya y que hay hasta tableros de seis. Agustín bebe un traguito de café. Mira a través de la ventana de la cocina, donde el sol ya se yergue sobre los edificios de la ciudad. “Yo no dije celebro”, advierte. Su mujer se sienta junto a él y le da una delicada palmadita en la cabeza. “Ya lo sé”, le dice. “Si eres muy listo”. Cariñosamente, mientras le acaricia el cabello, toma su taza y la levanta para que él beba un traguito más. “Así. Muy bien, muy bien”, le dice.

martes, noviembre 11, 2008

De teléfonos y lomos, un cuento

Hay misterios que permanecerán sin resolverse durante mucho tiempo, ocultos en algún lugar del universo, en una alcoba polvorienta y húmeda, dentro de un cajón que se atranca cuando tiras. Allí están esos papeles, escritos con letra frenética, gotas de sudor que emborronan la tinta. Uno más. Aterrador, pero muy triste, tristísimo. Como otros tantos, hoy el caso de José Ruiz, más conocido como “Ruedas”, por tener una carnicería en la pedanía de Beniaján.

Aquí irían efectos sonoros de relámpagos, un aullido de lobo, unos pasos que hacen crujir la madera y una voz rasposa y grave que pregunta: “¿Cas comío, cas comío?”.

Era una mañana soleada de septiembre. Año 2007. José preparaba un cuarto de lomo, en libritos, para rebozar a una señora del barrio, doña Lorenza, que no paraba de cascar sobre la vecina del cuarto que siempre colgaba la ropa mojada sobre su patio. José sonreía. No tenía ni idea de lo que estaba diciendo aquella vieja. Entre unas cosas y otras la mujer había comenzado a hablar de un sarpullido en su brazo, luego del tiempo que hacía en Mojares y algo sobre un chino que le dio un empujón en la esquina de la calle Herreruelos.

Rotweiller asesino con la cara desencajada de la furia


Una llamada de teléfono hace que José se disculpe con la señora un momento. Le ha dejado la bolsita y le ha dicho que son veintisiete con cuarenta. Los cuarenta lo más seguro es que no se los cobre, aunque Lorenza es una agarrada de cuidado y siempre le da de menos y ya ha tenido algunas con ella. “Ahora vuelvo”, dice, mientras la mujer hace como que saca el bolso.

Tiene una habitacioncita detrás donde están puestas las fotos de los niños, deja la ropa de calle doblada y el periódico deportivo de la mañana. En esa misma mesita, hay un teléfono que suena.

(Extraído literal de la noticia de 20 minutos en cuestión)

(Sonido de teléfono: “¡Piiiii, piiiiii, piiiiii!” Sonido de descolgar: “¡Clirc!”)
-"¿Ruedas? te llamo del banco. Tengo aquí una factura de 9.000 euros de Telefónica, ¿es que tienes una querida?" (¡Qué chistoso el gilipollas del banco!, pensará un poco después José).
-"Espera que voy para allá". (El culo se le ha vuelto del revés a José en este momento, pero no sabe muy bien cómo reaccionar).
-"Entonces, ¿la pago?" (¡¿Este banquero es monguer?!, pensará José un poco después de pensar que es gilipollas).
-"Ni se te ocurra". (¡A ver si además voy a tener que majarte la cara a hostias, que todavía me acuerdo de cuando le tirabas los trastos a la Pili a mis espaldas, so mamón!, esto lo piensa pero tampoco lo dice el bueno de José).

Cuando salió de la habitacioncilla, José tenía la cara blanca. Por si esto fuera poco, la cabrona de Lorenza se había largado sin pagar. ¡Otra vez, la muy hija de p…!

Resulta que su teléfono móvil marcó 14.976 veces en un mes. Como no tiene factura electrónica, ya que Telefónica no le iba a cobrar menos por ese servicio (“Y eso que el papel vale dinero. ¡Que se jodan!”, debió pensar nuestro amigo en su día) le han llegado cien páginas, cien, de factura de móvil. Las despliega sobre la mesa. Creía que aquello era un libro de cuentos regalo por haber abierto la cuenta de ahorros para el niño chico y que le habían enviado por correo. Un detalle. El sobre era considerable. Nunca pudo imaginar que era una jodida factura de móvil.

La cuestión es que el móvil realizó las llamadas, no José. Cuando el Doctor Flojenawer, con barba de varios días y algo pegado en las comisuras de la boca, olor como a queso y un cristal de la gafa roto, le visitó en su casa, al examinar el móvil no tuvo dudas de que era un misterio pa’cagarse patas abajo. No había explicación racional. De natural, un móvil no marca solo. ¿Cómo pudo ser entonces? ¿Dónde está el baño?, añadió el Doctor, torciendo las rodillas y rascándose el culo.

José había contratado, por consejo de un amigo, un servicio de alarma para el hogar.
“El mecanismo avisaría con una llamada a la empresa cuando la alarma saltara y éstos a José para comunicarle el incidente”.

El doctor no tiene dudas cuando vuelve del servicio: “Su móvil está maldito, como las patas de gallo de la Esteban, que no pueden borrarse ni con maquillaje del bueno”. José cree otra cosa y eso le hace sentir más tonto aún. Al verlo claro, le pega una patada en el culo al doctor que acaba de comerse todas las patatas fritas y se ha dado cuenta de que le ha meao fuera del váter, el muy guarro.

José, se había dado cuenta en ese momento, nunca desconectó la alarma. El sensor de la entrada, que abarcaba el comedor y un trocito del pasillo que daba a las habitaciones, estaba todo el día parpadeando en rojo. Lo natural. El pitidillo ése que emitía era molesto, pero pensó que la seguridad de su familia bien lo valía. 14.976 veces. Qué menos que pasar esas veces por el pasillo de tu casa, más cuando invitas los fines de semana a toda la familia, los cuatro hermanos con las parientas, los niños,…

Ahora José se pregunta quién se va a hacer cargo de la factura. Se hace el loco y planea, cuando le pregunten, decir que a él no le dijeron cómo funcionaba el bicharraco ese pegado junto a la puerta, con sus botoncitos y tal. Que a él le vino el técnico y no le dijo cómo se conectaba. 14.976 llamadas de su teléfono móvil conectado a la alarma a la empresa de seguridad que, para más inri, dice que no recibieron ninguna llamada. Otro misterio más. ¿Se hicieron los tontos? ¿Cuántas personas metieron la pata aquí?

José sigue cortando lomo, para libritos, a la señora Lorenza un día más. “Esta vez no se me escapa ésta”, piensa. Entonces recibe una llamada de teléfono de la empresa que ha comprado los derechos de cobro de esa factura a Telefónica. “¿Es que no lo vas a coger?”, pregunta Lorenza. José se la mira de arriba abajo, los nudillos blancos de la mano que tiene sujeto el cuchillo de cortar, los ojos fuera de las órbitas… “Claro que voy a cogerlo”, dice, y en el cuartucho, donde guarda la prensa del día, los juguetes que el niño se trajo el fin de semana pasado, esos zapatos nuevos que acaba de comprar, la factura de cien páginas con manchas de sangre, suena el teléfono. Antes de cogerlo, desata la correa del rottweiler que lleva sin comer desde hace una semana. Mientras, el teléfono suena, “¡Ring, ring!”. José se agacha, y le acaricia la cabeza. Susurra: “¡Mata, Rot! ¡Mata!”. El perro resbala en la esquina a la nevera, engancha a Lorenza de un salto justo cuando salía por la puerta, en la nuca, mientras la mujer cae al suelo.

“¿Diga?”, pregunta José. Y al rato, sonríe: “Lo siento. Pero se ha equivocado de número”.

jueves, noviembre 06, 2008

Rollo genético, de usar y tirar


Conócete a ti mismo (por 8.000 euros)”. Este artículo de ElPaís habla sobre el ADN humano y laboratorios que han desarrollando técnicas para secuenciarlo por completo. Al principio te clavaban cosa mala de pasta por tener tu secuencia completa. En el mundo había dos personas con estos datos en la mano, y hoy se añaden otros dos. Viene a ser como la gente que tiene un Blue-Ray hoy en día en casa...

De uno de ellos, un chino (tal que así), han conseguido que el tipo supiera que:

“(…) sufre variantes de propensión a engancharse al tabaco (y en efecto es un fumador empedernido); y lleva 9 de los 16 genes de riesgo de alzhéimer (enfermedad que no ha desarrollado de momento)”.

Es decir, al hombre le vinieron a decir que fumaba mucho porque tenía una propensión genética a ello y el chino dijo: “Pues sí”, mientras se fumaba un cigarrillo y hacía un parón para toser.

Bueno, la cosa tiene más profundidad puesto que desvela que los genes son quienes, parece, controlan hasta la más mínima gilipollez. Que te gusta rascarte el culo, culpa de un gen. Que te dan asco las espinacas, gen. Que por la mañana meas como un caballo, gen.

La cosa es que para saber para qué sirven todos esos “3200 millones de pares de bases de ADN que contienen unos 20.000-25.000 genes” (extraído de la Wiki, of course), se necesitan tener muchas muestras humanas, para ir comparando, como en un supermercado. Si tenemos solamente una lata de tomate no podemos saber si su contenido es más bueno o menos bueno, más ácido, si la lata es más brillante, más esbelta, si no tenemos otra con qué comparar. Creeremos que esas características de nuestra lata de tomate única son universales, y es obvio de que no. Teniendo muchas muestras, cuantas más mejor, pues se puede saber que un gen (o grupo de genes) determinado es condicionante de esto o aquello otro o de mucho más. Aunque solamente sea para que hagamos macarrones con ellos.

«Bajo el lema Conócete a ti mismo, Knome fue fundada el año pasado por el genetista de la Universidad de Harvard George Church. Ofrece al cliente "el único análisis genómico altamente personalizado, privado y completo para conseguir una mejor comprensión de su herencia genética y de sus potenciales predisposiciones"».

Por eso han llegado las rebajas a los laboratorios (supongo que también a causa de la crisis) y por el módico precio de 8.000 eurillos te hacen una foto genética mu guay. El problema es que, como no hay mucho con qué comparar (de hecho cuatro humanos, dos o tres de ellos científicos de estos laboratorios) no se va a descubrir mucho. Hay cosas que chocan en los propios genetistas y está claro que falta mucho tiempo para que se pueda saber para qué sirve toda esa mandanga que nos conforma y mueve.

Aquí iría el dibujo de un tipo que está en la caja de un centro comercial en el año 2103. La cajera acaba de pasarle todos los productos y le da un tíquet regalo. “Por haber comprado los tres packs de cerveza”, le dice ella. “¿Qué es?”, pregunta el hombre. “Es un cheque regalo para hacerse una foto genética completamente gratis. En aquel estand de allí”. El hombre paga, toma las bolsas y no duda en tirar a la basura la mierda del tíquet. “Ya me quieren tener fichado para enviarme más ofertas a casa”, piensa. Y no le falta razón.
Lo que está claro que nos espera un futuro en el que, si nos lo proponemos, habrá muy pocas sorpresas y supermercados donde podremos comprar genomas al peso para cambiar esa predisposición a las cartucheras, esas piernas torcidas de rodillas abultadas, pero también esas pocas ganas de trabajar o esa tendencia a eruptar en público tan fea. Yo me pido poder volar y tener rayos equis... ¡Ah! Y el poder de ubicar mi caca en la cabeza de cualquier político a mi antojo.

El futuro está a la vuelta y da miedo pensar que cada vez nos acercamos más a esa esquina. Pa’cagarse.

martes, noviembre 04, 2008

Mira lo que hay que ver

Hoy me voy a la yugular, a lo mejor de forma un tanto injusta. Ustedes decidirán.

Dentro de poco es la gala FAO. Aquí la nota de prensa del año 2005 en vayatele.com. Aquí en Formulatv.com la del 2007, más completita. ¿Qué es esta gala? Anne Igartiburu coge el toro por los cuernos y hace un remake de su programa ‘Mira quién baila’ (o, lo que es lo mismo, ‘Mira estos vagos hijos de p… cómo se forran gracias a nuestros impuestos a costa de hacer el mongo en tiempos de CRISIS’). Ruth, en su blog ‘la tele que me parió’ hace un resumen bien mono y me ahorra de escribir.

«(…)que el gasto se estima en 300.000 euros a la semana (más una cantidad similar en concepto de gastos de producción, por trece emisiones, unos ocho millones de euros)».

Repitan conmigo: ocho millones de euros, ocho millones de euros, ocho millones de euros… ¡¿ocho millones de euros?! ¡Serán hijos de p…!

Pero, fíjense, lo "gracioso" (o aberrante) está en la cantidad de dinero que sacaron en anteriores galas benéficas de la FAO:

«España es el país del mundo más generoso con TeleFood. Hace dos años se recaudaron (en el 2005) más de 2,5 millones de euros, y en 2006 casi se alcanzaron los 2 millones».

Es decir, sumando ambos años de recaudaciones generosas nos salen 4’5 millones de euros, más o menos media temporada de ‘Mira que hay que joderse pero nos toman por gilipollas estos cabrones’, presentado por Anne Igartiburu).

Yo no sé, tendría que llamarme Anne, o mejor Ana Obregón o Julio Salinas, qué hacen estos señores con el dinero. A lo mejor lo van donando y tal. Pero, si me apuran, un servidor prefiere que le resten de la nónima un tanto por ciento para asociaciones benéficas o proyectos en el tercer mundo o donde sea necesario, que lo hagan para regalárselo a estos señores y que, a su vez, ellos se lo den. ¿No les parece? La cosa más controlada y cada cual con sus proyectos chulis y solidarios para sentirse bien y no gilipollas, como es el caso.



Lo peor de todo es que en esta gala en cuestión quienes donaremos el dinero seremos los propios españolitos medios, bajos o altos (los mismos que alimentamos a Rtve) que, abrumados por el despliegue de bailes y canciones, nos pondremos sensibleros y marcaremos el número de teléfono para decirle a Terelu Campos:

(RECREACIÓN)
(Sra. Anciana) –Voy a donar veinte euros niña, que voy justica este mes, pero estos proyectos lo merecen.
(Terelu Campos) –Va, no me sea garrapa y amoquine un poco más, que va a quedar mal delante de toda España, señora.
(Sra. Anciana) –Es que este mes me llega el recibo de la luz y mi pensión no llega a los 300 euros …
(Terelu Campos desatada) –¡300 euros! ¡Tengo una señora que dona 300 euros! ¡300 euroooooooooos!

Aquí irían aplausos y demás, y un supongo que un marcador gigante (que debería caer y aplastar un buen número de cabezas bajo él) el cual sumará 300 eurillos más cuando debería llevar sumando desde el inicio de los tiempos todo lo que nuestra televisión pública va regalando por ahí como si el dinero lloviera del cielo. Y, se me olvidaba, una señora anciana que deberá mendigar por la calle y rebuscar en los contenedores para llevarse algo a la boca… cagándose en la madre que parió a los negritos del tercer mundo y a la medio monga de Terelu Campos.

Lo que más me jode es que estas cosas no abrirán un debate público de importancia, de estos de rebatir en el senado a hostias, de ponerse muy serios, de salir gente relevante con cara enfadada gritando cosas como “¡Esto es una vergüenza, pardiez!”.

En fin, es lo que hay.

lunes, noviembre 03, 2008

Análisis aburridos


Yo participaba en el Concurso de 20 minutos. Uno de blogs. III Edición. Iniciativa de mi mujer. Guay. He quedado en el puesto 171 en la categoría en la que participaba, "humor, y 2777 (un número majo) en la general, y eso por orden alfabético. Tengo cero votos. ¡Total!

Respecto a mi "encuesta", la cosa pinta de lo más emocionante. 7 personas han votado, incluída mi mujer, y la cosa está entre "El volante es de goma" y "Este blog es una mierdaca"... (Si yo sabía que esta última opción había que ponerla por algo). Quedan todavía cerca de cuarenta días y aun pueden cambiar muchas cosas... ¡Ja,ja,ja,jajota, jajota! Qué gilipollacas soy... A veces.

¡Aleh! Me voy a desayunar y a pasar el aspirador con mi fuerza bruta.