viernes, marzo 19, 2010

¿Qué tal si Chuck Palahniuk escribiera una novela de zombis? No lo esperen: ¡Yo la he encontrado!


Fragmento escogido al azar:

(...)

Me miro las manos y observo que se me ha caído otro dedo.
–¿En qué piensas? –me pregunta Elda.
Alzo la mirada y me doy cuenta de que todavía no ha terminado de comerse el brazo del chico que acabamos de perseguir calle arriba. Todavía recuerdo sus gritos. Nos mecíamos de lado a lado en nuestro típico caminar. Las articulaciones se vuelven rígidas cuando uno se transforma en un no-muerto, un renacido en su propio cuerpo. Pútrido cuerpo. Un zombi.
Cuando giró en la vieja panadería, incediada días atrás (como casi todo), supe que había llegado a su fin. Me sonreí. Pero no sentí nada. Como ahora.
–¿Está bueno?
Elda levanta la vista. Su ojo claro, glauco. El otro, vacío, chorreando líquido.
–Claro –me contesta-. Sabe a pollo.
He evitado su pregunta y ella se ha olvidado de conocer mi respuesta.
Pasará un día más y todo seguirá igual y a mí, la carne humana, los cerebros, seguirán sabiéndome de esa forma en que recuerdo sabía el pastel de cereza que hacía mi madre. Aunque a pollo también, la verdad.
¿En qué pienso?
Recuerdo cuando yo no era así y me gustaba rascarme en la entrepierna.
Cuando tenía entrepierna, eso sí.

(…)

Sinopsis:

Mike parecía tenerlo todo en la vida: belleza, fama, una novia, un perro con tres colas... pero cuando un virus en forma de niebla verde lo convierte en un zombi desfigurado e incapaz de hablar sobre Prusia, pasa de ser un hermoso centro de atracción a convertirse en un monstruo que come cerebros sin tener muy claros los motivos. En un todo conformado por el rebaño de no-muertos del que forma parte, Elda, un zombi transexual a quien conoce en una barbacoa de piernas y brazos y que le ofrece la oportunidad de encontrar su nuevo destino, a partir de olvidar su pasado y construirse infinitos y simultáneos presentes donde la gasolina no sube de precio y han vuelto los bollitos con chocolatina aparte. Así, tras secuestrar a Luisa, su actual ex novia y todavía no convertida, partirán en un triciclo en una carrera desenfrenada que sólo puede conducirlos hacia su aniquilación… o a lo mejor no.
Zombis con patatas al horno y mantequilla” es una novela hecha de papel con cubiertas no comestibles cuyos protagonistas se lanzan en una aventura contra la imposición social de la moda de los pantalones de campana. Palahniuk, dueño de un universo muy personal, que tiene guardado en una caja de zapatos dentro de otra un poco más grande, sacude y agita nuestras mentes de un modo brutal.

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