domingo, noviembre 16, 2008

Virtualidad real

Pollard y Taylor, son dos seres humanos británicos de mucha carne (con perdón) y hueso que se conocieron en 2003 a través de Internet.


En la fotografía observamos a la pareja. Mrs. Taylor parece estar sujetando el pene de quien sería su futuro esposo Pollard, pero no es el caso. Él lleva una pajarita roja y un clavel en la solapa; ella cierra los ojos porque el sol le da de frente.

En 2005 decidieron casarse. Lo hicieron en la vida real y, dado que tenían unos avatares de cojones en Second Life y su amor era tan fuerte y supermajo, decidieron que el reino de lo intangible, de los unos y los ceros, debía ser partícipe de un nuevo enlace más chachi, si cabe, que el real.


En la imagen, la boda en Second Life de Pollard y Taylor, quienes en este mundo virtual practican una vida sana baja en calorías.

ElMundo.es se hace eco de esta noticia en España, al igual que otros periódicos digitales. ElMundo la sitúa, curiosamente, en el apartado de tecnología… Bueeeeeeno, venga, lo metemos aquí porque se conocieron y tal en interné y eso. Vale. Guay.
“La esposa comenzó a sospechar que su marido le era infiel en 2007 y contrató incluso a un investigador virtual.”

El tema ya se pone peliagudo. Es decir, Taylor cree que su marido se la está dando con queso y en lugar de darse de baja de internet (lo que practicamente pondría sus mundos en colapso) o preguntarle durante el desayuno qué pasa con eso de conectarse hasta altas horas de la noche, decide contratar, es decir, contratar (pagando con dinero virtual, espero) a un detective para que siga virtualmente a su marido en sus salidas, pero no de casa, sino estando sentado en el sofá de escay (imitación de cuero) con ruedas, respaldo giratorio, un poco ladeado hacia la izquierda a causa del peso, delante del monitor del ordenador, justo a escasos metros de donde ella suele sentarse a chatear con sus amigos y a pasearse por Second Life, también…

Me imagino que cuando ambos están conectados, se dan paseos juntos, visitan museos, se broncean sus esculturales cuerpos desnudos en playas exóticas de arena blanca, vuelan por encima del Everest e incluso fuera de la atmósfera o lanzan rayos por los ojos. Incluso levantan edificios. Todo juntos. Siempre. O casi siempre.

El problema, precisamente, comienza cuando Pollard le dice a su mujer que va a darse un paseo con su avatar a visitar a unos “amigos” y ella está viendo la tele en el saloncito de abajo porque también es cansado estar todo el día navegando y esas cosas.
“I just couldn't believe what he'd done,' said Ms Taylor, 28. 'I looked at the screen and saw his character having sex. It's cheating, as far as I'm concerned.'”
(Traducción) ‘No podía creer lo que estaba haciendo’, dijo Mrs. Taylor, de 28 años. ‘Miré la pantalla y vi su avatar haciendo el amor. (Inentendible) tan pronto como (inentendible)’.

La vida ha de cambiar en este punto para Taylor. Tras dos años de amor real, la vida virtual le da por el anus y le demuestra que, si bien el mundo real parecía una cagada de palomo sobre una caca de perro aplastada, el mundo virtual, el reino de sus anhelos y sueños, de sus fantasías, de la añoranza de una vida perfecta realizada, de sus vuelos por el espacio, de torsos perfectos y caderas de avispa, es un truñaco todavía mayor.
"Estoy intentando rehacer mi vida. Nuestro matrimonio era muy serio. Es cierto que nos conocimos a través de Internet, pero la relación existió en el mundo real, y su traición me dolió profundamente", dijo la mujer engañada.

Mrs. Taylor ha de recalcar que ese matrimonio existió de verdad. Y que era muy serio. A pesar de pasarse el noventa por ciento de su tiempo conectados, paseando juntos en su mundo fantástico chupi-guay, de tener unos avatares tan diferentes a ellos como un pie a un trozo de cable, tenían una vida real que, curiosamente, ha sido salpicada de mierda virtual, que huele y duele, como la triste realidad.

Ahora Mrs. Taylor tiene toda una vida por delante... A ver cómo la utiliza esta vez. Suerte. Mucha suerte, Mrs. Taylor.

1 comentario:

Pat Lawriter dijo...

Hombre, es que se ha casado dos veces y, aún así, le han puesto los cuernos (¿dos veces?)... Yo, estas cosas... es que tengo muchas reservas con estas relaciones... no es por frustración personal (¡gracias a Dios!)... no sé... no me cuadran.

Creo que dice algo así como "esto son cuernos/adulterio, al menos eso me parece a mí".

Saludos.