lunes, septiembre 08, 2008

La nueva máquina de café (Camera Café)

I.


(Maricarmen y Marimar están tomando un café. Maricarmen lo prueba la primera.)

MARICARMEN

–¡Eh! Este café sabe muy raro.

MARIMAR

–¿Qué pasa?

MARICARMEN

–Toma. Bebe.

MARIMAR

–¡Puaj! Está horrible.

MARICARMEN

Te lo he dicho.

(Jesús entra)

JESÚS

–¿Qué? La gasolina de mediamañana, ¿no? Para ponerse a tono, ¿eh?

MARIMAR

–Gasolina debe ser porque está asqueroso.

MARICARMEN

–Sí. Pruébalo, anda.

(Jesús le da un sorbito)

JESÚS

–Pues a mí no me parece tan malo. ( Se termina el de Marimar y coge el de Maricarmen). Este sabor me hace venir a la mente cuando hice la mili. ¡Qué recuerdos!

(Jesús se termina el café de un sorbo y cae desmayado. Maricarmen le toma el pulso.)

MARICARMEN

–Efectivamente. Ha perdido el conocimiento.

MARIMAR

–Ya.

II.

(Primera hora de la mañana. Dos técnicos terminan de instalar la nueva máquina de café de última tecnología que sustituye la anterior. Arturo lo supervisa todo muy interesado. Entra Julián.)

JULIÁN

–¿Qué pasa aquí?

ARTURO

–La nueva máquina de café. Una Flux3000. Lo último en cafeteras.

TÉCNICO

–Bueno, jefe. Esto está listo. Le he dejado ahí encima las intrucciones por si tienen algún problemilla.

ARTURO

–No se preocupe. Mi primo de Las Vegas tenía un modelo muy parecido aunque no tan sofisticado.

JULIÁN

–¿Y esto da café?

ARTURO

–Pues claro, canijo. Trae esa moneda. No hace falta ni siquiera que aprietes. Basta con hablar. Un café corto.

LA MÁQUINA

–Su café corto. Gracias.

(Entra Antúnez)

ANTÚNEZ

–Anda. Si habla y todo.

JULIÁN

–Como los expendedores de tabaco: “Su tabaco, gracias.”, “Su tabaco, gracias.”

ARTURO

–Serás imbécil. Esto es lo último, jefe. Ya se lo dije.

(Entra Ricardo)

RICARDO

–Buenas. ¡Vaya! Una Flux3000. Esto es el pepino de las cafeteras. ¿Y la vieja?

JULIÁN

–La vieja casi mata a Jesús.

RICARDO

–¿Los filtros?

ANTÚNEZ

–Yo no sé si eran los filtros, pero al pobre hombre le han tenido que hacer tres lavados de estómago. Tiene para una semana.

JULIÁN

–O más.

RICARDO

–Pues ésta es alta tecnología. Tiene un procesador triple GFS y una memoria de 3 Gigas Biturbo. Esto tiene más potencia que todos los ordenadores juntos del edificio.

ANTÚNEZ

–Vaya…

ARTURO

–¿Se lo dije o no?

RICARDO

–Esto puede llevar ella sola la contabilidad de toda la empresa.

ANTÚNEZ

–¿No me diga?

RICARDO

–Y si se conecta a internet, puede llegar a vender productos e invertir en bolsa con muy buenos resultados.

ANTÚNEZ

–¡No me joda!

JULIÁN

–¿Pero hace buen café o no?


III.

(Ricardo junto con Bernardo conversan delante de la nueva máquina de café)

RICARDO

–Así.

BERNARDO

–Y ahora tengo que apretar este botón, ¿no?

RICARDO

–Sí.

BERNARDO

–¿Y ya está? Esto es increíble, vamos.

(Entra Victoria)

VICTORIA

–¿Qué? Todo el día liaditos con el nuevo chisme, ¿no? La nueva excusa de esta empresa para venirse a darle a la sin hueso. En buen momento tuvieron que cambiar la vieja. Ese café rancio que ponía a cualquiera firme.

RICARDO

–Que no, Victoria. Estoy enseñando a Bernardo a meter los datos contables. Ahora, si sincronizamos su ordenador con la base de la empresa, todos las transacciones se introducirán automáticamente.

VICTORIA

–¿Y eso qué quiere decir?

BERNARDO

–Pues que me ahorrará un poco de tiempo al llevar las cuentas, ¿no?

RICARDO

–¡Mucho mejor! Lo hará todo ella sola.
¬
VICTORIA

–¡Ja! Lo que faltaba, que encima un bicho haga el trabajo que vosotros deberíais hacer y para el que os pagan. Para que estéis todo el día de chachara, vamos. ¡Faltaría más!

RICARDO

–Pero es el futuro.

VICTORIA

–¡Venga, leche! ¿El futuro? A trabajar como gente normal, hombre. ¡Va! ¡Va! Gentuza...

IV.

(Antúnez habla con Victoria. Ha pasado una semana desde que llegó la nueva máquina de café a la oficina)

ANTÚNEZ

–Como lo oye. El beneficio neto de estos últimos días ha subido en un trescientos por ciento.

VICTORIA

–Ya le decía yo que esta gente son unos incompetentes. Deberíamos echarlos a todos.

ANTÚNEZ

–No. Es mejor que sigan las cosas así. No quiero problemas con el sindicato. Lo importante es que ahora la gente ya no está estresada.

VICTORIA

–Es cierto que estos últimos días hay como un silencio extraño. Yo pensaba que era por la ausencia de ese fantoche de Jesús.

ANTÚNEZ

–¡Oh! El pobre sigue fatal. Anoche tuvo una recaída. Los médicos dicen que no está muerto de milagro. Como estará, que un medico dice que estuvo a punto de defecar sus propios ojos. Solamente le dan de comer zanahorias y apio. Si usted le viera...

(Entra Marimar con una amplia sonrisa y un fajo de papeles)

MARIMAR

–Don Gregorio, con éstos ya están todos los documentos del archivador.

(Marimar introduce los documentos en la nueva máquina de café)

MARIMAR

–¿Estabais hablando de Jesús? Ayer fui a verle. Le llevé un flan a escondidas. Me daba tanta pena verlo, tan flaco… El pobre se abalanzó sobre él como una hiena. Peor que mis hijos con los cromos del bollycao.

ANTÚNEZ

–Ya…

MARIMAR

–Ahora le doy al botón.

LA MÁQUINA

–Procesando documentos. Proceso concluido.

ANTÚNEZ

–Muy bien, Marimar.

MARIMAR

–Gracias. Voy a la oficina. Tengo que preparar unas cosas.

(Sale Marimar)

ANTÚNEZ

–¿Lo ve?

VICTORIA

–Sí. Ya me he dado cuenta.

ANTÚNEZ

–La gente trabaja incluso más que antes, y eso que no trabajan.

VICTORIA

–¿Y qué hacen?

ANTÚNEZ

–Pues leen, o limpian la oficina, o…

(Entra Bernardo con un jersey de punto)

BERNARDO

–Ya se lo tengo casi hecho, Don Gregorio. Solamente le falta una manga. ¿Le gusta el color?

ANTÚNEZ

–Sí… (Carraspea, incómodo por la mirada de Victoria). Perfecto.

BERNARDO

–Ya verá cómo este invierno no pasa ni pizca de frío.

(Bernardo sale)

ANTÚNEZ

–Dos cafés con leche, por favor.

LA MÁQUINA

–Sus dos cafés con leche. Gracias.

V.

(Maricarmen aparece canturreando alegremente y dando saltitos. Bernardo está tomándose una manzanilla. Se escucha música clásica de fondo. Todo está limpio, ordenado y más luminoso.)

MARICARMEN

–Hola, Bernardo.

BERNARDO

–Hola, Maricarmen.

MARICARMEN

–Qué día más bueno hace, ¿verdad?

BERNARDO

–Sí.

MARICARMEN

–Hoy me he propuesto decorar la oficina con flores y voy a hacer unas guirnaldas rojas y azules.

BERNARDO

–Yo estoy terminándome “Guerra y paz”. ¡Menuda novela!

MARICARMEN

–Antúnez le ha dado vacaciones a unos cuantos en la oficina.

BERNARDO

–Sí. Lo sé.

MARICARMEN

–Dice que haremos rotaciones y así tendremos vacaciones cada tres semanas.

BERNARDO

–Sí.

MARICARMEN

–¿Crees que coincidiremos?

BERNARDO

–No lo sé.

MARICARMEN

–Si coincidimos podríamos irnos juntos a algún sitio.

BERNARDO

–A ver… Julián me ha dicho que está negociando una subida de sueldos.

(Victoria pasa y saluda alegremente)

VICTORIA

–Hola, chicos. ¿Todo bien?

BERNARDO

–Sí, Victoria. Gracias.

VICTORIA

–Pasaos luego por mi despacho. Frida ha hecho galletas.

MARICARMEN

–¡Vale!

(Victoria sale)

BERNARDO

–Vivaldi. Las cuatro estaciones. Primavera.

LA MÁQUINA

–Reproduciendo.

(Pausa, mientras suena la música)

MARICARMEN

–Qué bien está todo. Si no fuera por Jesús…

BERNARDO

–Creo que hoy le daban el alta. Casi dos meses en cama.

MARICARMEN

–Ya verás que sorpresa cuando vea la nueva máquina de café.

BERNARDO

–Se respira una paz.

MARICARMEN

–Sí.

BERNARDO

–¿No notas que huele como a rosas?

MARICARMEN

–Es mi perfume. ¿Te gusta? Lo fabrica Mónica. Dice que su sueño siempre ha sido hacer colonias y eso.

BERNARDO

–Y todo gracias a esto. Esa como una utopia.

MARICARMEN

–Qué grande es la tecnología, ¿no? Y yo que nunca he sabido programar un video…

(Entra Jesús con paso firme desde el ascensor y con los ojos como platos. Lleva un bate de béisbol de aluminio)

MARICARMEN

–¡Jesús!

BERNARDO

–¿Qué vas a hacer con eso?

(Jesús se abalanza sobre la máquina fuera de sí)

BERNARDO

–¡¡No!!

VI.

(Es el día siguiente. Los técnicos están colocando una máquina nueva. Antúnez está con ellos)

ANTÚNEZ

–Y ésta no hace más que café, ¿no?

TÉCNICO

–Sí. Ahí arriba les dejamos las intrucciones, aunque la cosa es bien simple. Se le da al botón y…

ANTÚNEZ

–Vale, vale. Gracias.

(Ricardo entra)

RICARDO

–¿Qué? Otra vez con la antigualla, ¿no?

ANTÚNEZ

–Calle. No me hable, por favor.

RICARDO

–Volvemos a la época de las tinieblas. Adiós a la felicidad.

ANTÚNEZ

–¿No tiene que hacer nada en su cubículo?

RICARDO

–En fin, le dejo que tengo que formatear los ordenadores. Ya sabe, cuando Jesús destrozó a batazos la máquina, todo el sistema informático se volvió loco y…

ANTÚNEZ

–Que sí. Ande. Váyase ya.

(Ricardo sale)

ANTÚNEZ

–En fin, todo ha vuelto a la normalidad.

(Antúnez mete una moneda y la máquina no le da café)

ANTÚNEZ

–¡¡Me cago en la puta que parió!!



FIN

No hay comentarios: