martes, septiembre 09, 2008

Los titulares y Bardem

Leo en ElPais.com el siguiente titular: “Bardem: Los españoles me critican y dicen que me he vendido”. Luego leo el subtitular: “Javier Bardem llama estúpidos a sus detractores en The New York Times”. En los párrafos siguientes se resuelve el misterio de por qué Javier Bardem llama estúpidos a sus detractores y es porque “critican mi trabajo y dicen que me he vendido”. Ahí queda la cosa. Ya está. Debería pasarme por la página de The New York Times. Me paso. Busco “Bardem interview” y me aparece pronto una entrevista en T Magazine del 7 de septiembre. Sí, es cierto. Bardem llama estúpidos a sus detractores, los mismos que le dicen que se ha vendido. Bueno, no está mal la cosa. Busco en Google y veo la misma noticia, el mismo titular en muchos otros sitios. Sinceramente, a mí me ha llamado mucho más la atención la cara extraña de Bardem en esa foto para la revista T Magazine. ¿Ha regresado a la adolescencia?, me pregunto. ¿Está intentando absorberse a sí mismo a través de una pajita invisible?

Respecto a sus palabras, yo no me siento ofendido por Bardem. Me parece que a mí no me llama estúpido y creo que no pensará que yo le he llamado vendido. Seguro. No he estado muy al corriente de las duras críticas que parece ha recibido de sus detractores. Pero bueno, un detractor es lo que hace. Un detractor no es lo mismo que un crítico. Un detractor es alguien que busca dar por culo. Yo no llamaría estúpidos a quienes quisieran joderme; les llamaría gilipollas y luego añadiría: “¡A tomar por culo a vuestras casas, coñe!”.

Algunos pensarán que es que ha llamado estúpidos a todos los españoles. Y es esa fina línea entre lo que parece y lo que se dice lo que salta a la mente y hará que muchos se remuevan en sus asientos. Nos ha llamado “duros”. Eso es guay, no ofensivo.

En España, la verdad, no se valora demasiado a los que han conseguido llegar lejos, porque llegar lejos significa largarte de España la mayoría de las veces. Y si te largas de España, como en ese pequeño pueblo donde todo el mundo se conoce, la gente se apoya en garrotes y se sientan en las puertas a escuchar la emisora de radio local, irte es como insultar.

Descubrimos que Julio Iglesias, aquel de “¿quién me va a curar el corazón partío?” y otros más viven en Miami, en lujosas mansiones, echando de menos España y decimos: “Cabrones, volveos aquí. Dejad vuestras playas privadas. No echaréis tanto de menos España, no, cuando estáis viviendo en vuestras lujosas mansiones, gastando dinero a mansalva sin pagarnos impuestos de manera directa y hablando en inglés.” Pura envidia. Yo envidio a Julio Iglesias y a “¿quién me va a curar el corazón partío?”, envidio sus casas, y envidio su “echar de menos a España”.

Debería investigar más y descubrir todas esas cosas que han dicho maliciosamente los detractores de Bardem, pero se me acaba el tiempo en la “oficina” y tengo que dedicarme a otros asuntos como pasar el aspirador y buscar empleo estable.

La verdad es que, ya puestos a destacar y ponernos en titulares, a mí me ha llamado más la atención la cara relajada (supongo que también retocada) de Bardem, como diciendo “dame un bezito, pero chiquitito, chiquitito”.

No sé. Yo me sentí orgulloso de Bardem por conseguir el Óscar (con acento como una casa), por triunfar fuera de nuestras fronteras, lo mismo que triunfa Almodóvar, Coixet y otros tantos. ¿Por qué son españoles? Pues sí. Y porque siempre es bueno ver que los que valen, algunos de ellos, consiguen que su trabajo se vea recompensado fuera de nuestras fronteras, más allá de una palmadita en la espalda y la posibilidad de hacer alguna serie gremial en horario de noche o tarde en este cotarro controlado por unos pocos. Quizá es ese poder lo que da miedo y genera “odio”. Soy muy poco entendido. Alguna vez hablaré de lo poco que entiendo. Yo también quiero irme de España y que todo el mundo me odie por haberme ido.

Mi titular: “¿Bardem ha perdido su barbilla?” Subtitular: “El rostro de Bardem bonico del tó en una foto del T Magazine”. Pero eso me parece no llamaría tanto la atención.

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